Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana, después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura y en forma de caparazón, al levantar poco a poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño le vibraban desamparadas ante los ojos.
-¿Qué me ha ocurrido?- pensó Gregor.
Al cabo de un rato reaccionó, pensando en como le podía haber sucedido esto, pensando en como una persona podría pasar de ser humano de la noche a la mañana, y transformarse en una cucaracha.
Menos mal, que aunque fuese una cucaracha, seguía teniendo su altura normal, y aunque le costaba andar por la poca costumbre, consiguió lentamente llegar al espejo de su cuarto de baño, y pensó en arreglarse para ir a trabajar como hacía cada día. Se puso su traje, con su corbata y cogió la cartera con todos los papeles necesarios, se metió en el coche, y fue intentando conducir bien, hasta que le pilló el tranquillo.
Llegó tarde a trabajar, pero aún así, logró hacerlo todo con un poco de disimulo. Pero cuando todo iba bien, llegó el director de la empresa, y horrorizado exclamó:
-¡¿Quién es usted!? Mejor dicho, ¡¿Qué eres!?-
Gregor le explicó lo sucedido, pero el director con el corazón acelerado, lo expulsó hasta que fuera normal otra vez. Cuando llegó a su casa deprimido, estaba su hermano, que asustado salió corriendo, sin mirar a aquella cosa en la que se transformó. Entonces fue cuando Gregor decidió...
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